viernes, 1 de marzo de 2013

Capítulo 5



Capítulo 5- No se puede confiar en las ventanas, a veces hay que salir para ver que hay afuera
Lezia estaba vestida de una forma diferente ahora, usando ropa de leñador igual que Eyquel quién cargaba su mochila de comida y otras cosas básicas cuando de repente es interrumpido por su padre -Hijo, te he negado la fantasía toda tu vida y ahora ella ha cobrado vida y nos ha golpeado, esta chica nos ha salvado y me parece noble que quieras que sea feliz, ¿pero quién nos salvará si ella no está?- su voz sonaba muy preocupada y su mirada era la de un padre que veía a su hijo partir, Eyquel lo mira a los ojos con la determinación de un hombre –Padre quédate tranquilo, llevaré a Lezia con un buen mago que se la merezca y hablaré con ese mago, si los magos son personas capaces de usar magia y además tienen poderosos familiares a su lado entonces son los únicos capaces de enfrentarse a la magia que nos acosa, conseguiré un mago que proteja este pueblo- los ojos de Eyquel brillaban con una determinación nunca antes vista en el joven, estaba en una misión en la que nunca creyó que estaría, no solo quería un destino mejor para la mujer que salvó su pueblo pero además de este viaje dependía el futuro de su pueblo, el pueblo de Dru donde había pasado toda su vida estaba acosado por el bosque que lo rodeaba y quien sabe cuándo despertarían.
-Eres todo un hombre ahora hijo, todos contamos contigo, lamentablemente debo quedarme aquí a cuidar de tu madre ya que ella es muy débil para viajar y no hay nadie más que pueda serte de ayuda en este pueblo, estás solo con Lezia en este viaje, pero al menos déjame darte algo- El padre de Eyquel le entrega entonces unas telas que envolvían algo, tras quitar las telas se revela un gran hacha de un brillante metal y su apellido grabado en ella con hermosas letras azules –Esta es el hacha de los Grunemond, no hay árbol en el que valga la pena usar esta hacha en esta parte del mundo, es muy filosa y poderosa y se dice que hace todo el trabajo por ti, y por eso quiero que la tengas en este viaje- Eyquel agacha la cabeza y acepta el hacha, sus lágrimas caían al sucio suelo de la pequeña casa –Estoy honrado padre- dijo entre sollozos Eyquel quien nunca había tenido el respeto de su padre este ahora le entregaba una rara arma familiar.
Tras una triste despedida de su madre y una breve despedida con una serie mirada con su padre Eyquel y Lezia ambos cargando una mochila cada uno con provisiones y Eyquel con su hacha en su cintura del lado derecho, ambos parten por el camino hacía Peshk, Un pueblo famoso por su gran producción de barcos y su gran pesca, Peshk alimenta  Dru y este les provee madera, pero el cargamento de comida que se suponía debía llegar el día anterior nunca apareció, por suerte la comida no es una de las preocupaciones del pueblo pero aun así es extraño.
Y así comienza el viaje de unas seis horas a pie hasta el pueblo donde iniciará su aventura, de repente Lezia detiene a Eyquel y mira rápidamente hacia atrás –Alguien nos sigue- anuncia Lezia.
De los árboles al costado del camino sale de su escondite lentamente una rubia pecosa un poco más alta que Lezia pero más baja que Eyquel, era Sora su vecina, -¿Qué haces aquí?- preguntó Eyquel con algo de crueldad, Sora mira al suelo con vergüenza y comienza a hablar –Cuando éramos pequeños hice una promesa, la promesa de buscar una isla con un amigo, la promesa de perseguir la fantasía, cuando crecí abandoné ese amigo y su sueño porque creí que era todo mentira, pero la realidad me ha mostrado que puede que no sea mentira, y estoy aquí para pedirte que me permitas viajar contigo viejo amigo y podamos encontrar la magia juntos, como prometí en los viejos tiempos- Eyquel sonrió tras escuchar eso pero antes de responder Sora prosiguió –Mi padre es un mercader y ahora me entreno como cual, es costumbre de mi familia que como bien sabes es una gran familia de mercaderes que cuando cumplimos 18 salgamos con algunas provisiones y dinero y volvamos con mucho más que lo que teníamos al salir, y sé que si viajo contigo podré no solo vivir la aventura con la que soñábamos de niño, también encontraré la fortuna que ansío-Sora usaba un vestido violeta de una pieza que apenas le llegaban a las rodillas, aunque se podía notar que lo cortó, de seguro quería tener más comodidad para correr, además también cargaba con una mochila de provisiones, y tras una pequeña conversación Eyquel la aceptó en el grupo.
Un joven leñador, una familiar incapaz de hacer magia, y una aprendiz de mercader juntos en su viaje.
Así es como comienza la aventura.

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